La Hoja Federal

Hasta hace poco el ciudadano era la instituci? fundamental del sistema democr?ico
Somos los responsables del cambio
Por Gustavo P. Forgione

Es in?il describir lo ca?ico de la situaci? del pa?, es f?il percibir el hartazgo de los ciudadanos, que ha llegado a niveles peligrosos, incluso para la sanidad institucional. Es imperativo realizar cambios, no solo de personas sino de retorno al modelo que nos hizo Rep?lica.
Luego del desastre que termin?con la gesti? del Dr. Alfons?, el Dr. Menem se perfilaba como la soluci? a muchos de los problemas que hasta ese momento se presentaban como "de ?dole econ?ica"; y lo fue. El primer per?do de su presidencia ser?recordado como uno de los exitosos en la historia argentina, ello dur?alg? tiempo, la otrora oposici? se encontraba desgastada, la prosperidad del mundo derram?sus beneficios sobre nuestra econom? y a partir de all?comenzaron los per?dos de gasto excesivo y todas las calamidades que surgen de la suma de la abundancia y la moral liviana.
El FrePaSo tom? la voz de los disconformes y excluidos para hacerse un espacio en la pol?ica, gran parte de la sociedad crey?en los discursos de sus dirigentes, quienes lograron tomar para s?algunos cargos ocupados por los partidos pol?icos hist?icamente mayoritarios del siglo, pero luego de un tiempo prudencial de ejercer la oposici? lograron formar la coalici? que hoy nos gobierna.

El resultado: m? de lo mismo.
La mayor desgracia para la democracia sobrevino con la reforma de la Constituci? Nacional, y con ello un pacto enga?so.

El escenario cambi? de acuerdo a las tristemente famosas "coincidencias b?icas", las que realmente no eran tales, ya que se trat?de una negociaci? entre los eternos "eventuales opositores u oficialistas" quienes cedieron algo para recibir tajada.
As? se aseguraron un Senado cautivo de los partidos pol?icos a expensas de los ciudadanos y han tenido el descaro de dejarlo sentado en el nuevo art?ulo 54, las bancas no ser?n m? de las provincias, sino de un partido u otro. Yendo m? lejos a?, el "ciudadano" dej?de ser el puntal de la democracia, y se incluy?un art?ulo en la Constituci? Nacional reformada, el n?ero 38, que indica que "los partidos pol?icos son instituciones fundamentales del sistema democr?ico".
Si caben responsabilidades sobre lo ocurrido, habr?que atribu?selas a la liviandad de car?ter ante los procesos electorales, en el que se incluye la elecci? de convencionales constituyentes de 1994. El horror de la reforma fue votado por la casi totalidad del electorado, en su gran mayor? sin saber de qu?se trataba; probablemente, se entendi?que los representantes que se enviaron a Paran?velar?n por los derechos de los ciudadanos, pero ello no ocurri?
Configurar? una ligereza atribuir responsabilidades a la ciudadan? por no prever lo sucedido hace seis a?s, como tambi? no advertir ahora sobre la necesidad de un cambio. Se hace imperativo asumir el compromiso que a? conservamos como ciudadanos. Es imprescindible sentir que somos los responsables del cambio.

Gustavo P. Forgione
Director

El alejamiento de Llach es una se?l negativa para el pa?
LAS SOLUCIONES DE FONDO, CADA VEZ MAS LEJOS.
Por Mart? Borrelli

Acostumbrados a privilegiar los indicadores econ?icos por sobre otras se?les que tambi? pueden dar fe de la marcha del pa?, todav? no ha sido correctamente ponderado el impacto negativo que la renuncia de Llach representa para el anhelo de una Argentina distinta, que debe acometer cambios trascendentales, entre ellos, el de su sistema educativo.
Su salida del Ministerio de Educaci? por falta de apoyo y la llegada de un nuevo funcionario vinculado al ala universitaria del radicalismo, significa una preocupante claudicaci? de parte del Poder Ejecutivo, que una vez m?, al igual que en el caso del Hospital de Cl?icas, cede terreno frente a las presiones pol?icas de la alianza que gobierna el pa?.
En su libro "Educaci? para todos", que contiene un exhaustivo an?isis de la situaci? educativa del pa? provincia por provincia, el renunciante Ministro Juan Llach propon? verdaderas reformas de fondo para cambiar sustancialmente las perspectivas de la educaci? en la Argentina. All? hablaba de reformar el estatuto docente, tanto para rejerarquizar el ejercicio de la profesi?, como para dotar al sistema de mayor racionalidad en cuanto a la utilizaci? de los recursos humanos comprometidos en la ense?nza.
Se?laba tambi?, la necesidad de asignar mayor presupuesto para la educaci?, pero en este punto en el que no hay discrepancias entre los distintos sectores, se distingu? claramente de las propuestas demag?icas del FrePaSo y de la CTERA, al reclamar que los mayores recursos no terminaran en un barril sin fondo -como hasta ahora- sino que sirvieran para financiar una educaci? de excelencia, en donde reinara un sistema de premios y recompensas para aquellos docentes y escuelas que se destacaran por sobre el resto, gener?dose as?una sana competencia que redundar? en beneficio de los mismos docentes, de los alumnos y de los padres.
Propon? tambi?, entre otras muchas reformas, la implementaci? de las escuelas "charter" y "voucher", seg? la denominaci? en ingl?, o autogestionadas como se las llama en Argentina, que actualmente se desarrollan en varios estados de Norteam?ica y en nuestra provincia de San Luis, no como la soluci? de fondo para nuestro sistema p?lico de ense?nza, pero s?como una posibilidad concreta y democr?ica para determinadas comunidades de administrar con mayor eficiencia y autonom? pedag?ica sus propios recursos.

De lo que Llach hablaba, en otras palabras, eran de racionalizar la educaci?, no desde el concepto cl?ico y ortodoxo del ajuste, sino desde la perspectiva de la modernizaci? y la optimizaci? de metas y recursos, tanto humanos como materiales, para tratar de revertir d?adas de atraso en la materia.
Llach debi?irse, agobiado por las trabas que le pusieron en su camino los gremios docentes -que realizaron dos huelgas durante su gesti? no obstante haberse garantizado el fondo docente en el presupuesto-, los ministros de educaci? de las jurisdicciones provinciales -en C?doba se lleg?a decir que hab? que suprimir el Ministerio de Educaci? de la Naci?- y por las serias discrepancias con el Secretario de la cartera, el ex Franja Morada Andr? Delich, quien no nunca dej?de pensar como en sus ?ocas de dirigente universitario, es decir, en sinton? con todo lo que signifique mantener el status-quo entre las jerarqu?s sindicales y las "bases" universitarias.
El ex ministro no desconoc? que deb? luchar contra esta "otra" alianza, pero nunca pens?que lo tendr? que hacer tan solo. En definitiva, pens? si De la Rua lo hab? designado a? en contra de la opini? de los Mary S?chez, Marta Maffei y Alfredo Bravo, por citar s?o algunos jur?icos de la educaci? argentina, era porque le iba a destinar todo el apoyo que fuera necesario.
Pero e Presidente tom?otro camino y cedi?ante la tentaci? de cortar el hilo por lo m? delgado: el que no quiere cambios de fondo, el que se acomoda mejor al pensamiento de los progresistas de la Alianza, el "delegado partidario" Delich, se queda en el gobierno, y el d?colo reformador Llach, a su casa.
Pocas decisiones pol?icas pueden ser tan representativas de una forma de concebir el pa? como la de elegir un Ministro de Educaci?. Por su doble condici? de economista y soci?ogo, Llach encarnaba una propuesta superadora respecto de los que s?o son pedagogos o educadores, que nunca consiguen ver el panorama global de la educaci? de un pa?, en su faz social y econ?ica.
Ahora nos damos cuenta que aquella "audacia" con la que De la Rua sorprendi?al pa? designado a Llach al frente del Ministerio de Educaci?, que hizo que se hablara de un gabinete de lujo, fue mera insensatez: la realidad pasa por otro lado, y lamentablemente, es m? de lo mismo.

Dr. Mart? Borrelli
Presidente del Partido Federal

UN DICTADOR SUELTO EN NUEVA YORK

La reciente cumbre del milenio de las Naciones Unidas mostr?cuan hip?rita y parcial es la Justicia Global que algunas potencias europeas y grupos de izquierda pregonan a los cuatro vientos: Fidel Castro camin?a sus anchas por la Gran Manzana y hasta se dio el lujo de reunir a m? de 3000 admiradores neoyorquinos (que por supuesto viven en el primer mundo de la isla de Manhattan y no en los suburbios tercermundistas de La Habana) sin que una sola orden de detenci? emanara de las nuevas Cortes de Indias que el Juez Baltazar Garz? comanda allende los mares, a pesar de las numerosas presentaciones judiciales en contra de aquel.
Cual reliquia viviente del jur?ico, el tirano latinoamericano fue una de las estrellas del c?clave, el que como siempre, abog?por la paz mundial y el fortalecimiento de la democracia ante la imp?ida presencia de Castro, que ostenta un triste r?ord, el de ser dictador de dos siglos: hace m? de cuarenta a?s que est?en el poder.

Evidentemente, para estos sectores, Justicia es encarcelar capitanes retirados de las Fuerzas Armadas latinoamericanas por casos individuales de violaciones a los derechos humanos, y dejar libres a dictadores como Castro, quien no reniega de haber sido autor material e intelectual de la guerrilla que asol?a nuestros pa?es durante dos d?adas, am? de ser el responsable de un estado policial que mantiene a su pueblo sojuzgado y relegado en el tiempo.
Estas muestras de manifiesta inequidad, nos deben reafirmar a? m? en el principio de territorialidad de la ley penal argentina, y hacer rechazar los intentos de muchos en nuestro pa? por adherir ciegamente a sentencias de tribunales europeos que detr? de una fachada judicial esconden revanchas sectoriales y pretensiones hegem?icas.