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La Hoja Federal

Número Extraordinario

 

 

Correo de la Tarde,

editorial del 18/12/58

 

 

Las calificaciones del Personal Docente

El Estatuto del Docente ha puesto en práctica un nuevo sistema de calificación para el magisterio. Se ha sustituido el concepto hasta ahora vigente por la calificación numérica.
La idea constituye un adelanto que ha de facilitar grandemente la labor de las Juntas de Calificación.
Sin embargo, una medida de tal trascendencia que afecta a un sector tan importante del país, adolece como desgraciadamente lo venimos com-probando en múltiples aspectos de la actividad gubernativa de una lamentable improvisación.
Se supone que aquello que ha de servir de denominador común a do-centes de actividades y ubicaciones tan dispares como ocurre en nuestro país, debe revestirse de un máximo de objetividad. Tiene que ser un elemento fiel de comparación de méritos y apti-tudes y no el reflejo de una apreciación subjetiva del superior jerárquico que, por su propio carácter, no puede estar desprovista de 

vínculos afectivos que la vicien.

Sin embargo, salvo lo referente a asistencia y puntualidad que es el resultado de una operación matemá-tica, el resto queda liberado al criterio excelente, si se quiere, pero despare-jo del superior calificado.
Se da importancia en la mencionada ficha a actividades conexas con la asignatura que se dicta, aunque no estrictamente docentes, como confe-rencias, becas, publicaciones, etc., y se agrupan dichas actividades en el rubro “Cultura General”, apreciable del 0 al 10. No dudamos que un 80% de los docentes comprendidos en la medida no han obtenido becas, pro-nunciado conferencias o hecho publi-caciones ¿Deben entonces tener 0 en cultura General? ¿O el director en ausencia de otros antecedentes usará su propio criterio para calificar? Nada esta aclarado.Tampoco de aclara cómo juzgar el espíritu de colaboración. ¿No habrá entre quienes deban valorarlo algunos de los que hasta hace pocos años confundían 

espíritu de colaboración con obsecuencia? ¿Cómo actuarán aquellos inspectores recientemente reincorporados que eran instrumento de la dictadura para perseguir docen-tes sin “espíritu de colaboración” con el régimen entonces imperante?
Aparentemente, el superior es el fac-totum de la ficha.
Los docentes no pueden sino anhelar que el suyo sea magnánimo con los puntos y, ¿por qué no? Que, los demás retaceen las calificaciones para así sobresalir del resto.
Todo es posible, y el trabajo de las Juntas Calificadoras adolecerá de un insalvable vicio de origen.
Para evitarlo deben elaborarse fichas que permitan a la autoridad certificar en forma objetiva, concreta y con la mayor ecuanimidad los aspectos de la personalidad docente.
Con el sistema actual la calificación de un mismo docente, por idéntico traba-jo, admite muchos puntajes diferen-tes.
La matemática ciencia de la exactitud ha sido defraudada.


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